sábado, 23 de noviembre de 2013

Con los ojos cerrrados

La visión es uno de nuestros cinco sentidos. Con ella podemos observar el mundo que nos rodea, definir la realidad. Sin embargo hay cosas que se escapan de su control. Hay sentimientos, situaciones y emociones que la vista no logra ver de la manera que son en realidad.
Los sentimientos, los pensamientos, todo aquello verdaderamente importante es invisible a los ojos. La verdadera angustia o incluso la felicidad pueden escaparse.
Los ojos miran lo superficial, lo material pero no lo que llevamos guardado, la verdadera esencia que todos tenemos escondida. No todo lo que vemos tiene que ser real. Mira los espejismos. Los espejismos son imágenes creadas en nuestra mente aunque nosotros pensemos que se tratan de una realidad. 
Son ilusiones ópticas que se nos escapan de nuestro control. Y en la vida, hay que distinguir la realidad de esas ilusiones ópticas. Pues muchas veces, nuestra necesidad de creer en algo nos hace ver difuminada la verdad.
En un libro se decía que lo esencial es invisible a los ojos. Eso ya lo dice todo ,sin embargo, aun siendo uno de los libros mas vendidos de la historia, muchos siguen sin escuchar sus palabras. Muchos creen que la respuesta o lo verdadero está en aquello que ven. Sin embargo, lo más importante queda guardado a la vista de algo mucho más poderoso: la visión del corazón.

El paranoico desconfía de todos, el ingenuo confía en todos pero el sabio solo confía en su intuición. Y la intuición muchas veces se escapa de la visión. Pero los humanos tenemos un problema ,y es que cuando algo es invisible se vuelve peligroso, temible. Se vuelve  alarmante porque se nos escapa de nuestra necesidad de control. No ver algo es síntoma de agobio  y de confusión porque creemos que todo lo verdadero es aquello que podemos observar. Nos atamos a las cosas que vemos, criticamos aquello que vemos sin saber lo se esconde detrás de la visión. Somos presos de las imágenes pero desconocidos del corazón.

Sin embargo es cuando cerramos los ojos y abrimos el corazón cuando nos estamos animando a descubrir lo verdadero y lo importante. Ahí estamos descubriendo el deseo, la nostalgia, la felicidad o la tristeza.
Solo así estaríamos viendo la vida entera, pues nos estaríamos alejando de las convicciones, de los roles  y de las posiciones y estaríamos dispuestos a vivir la vida bajo la venda de la libertad.