sábado, 14 de diciembre de 2013

El sabor de los besos

A lo largo del día damos cientos de besos a las personas que están a nuestro alrededor. Sin pensar en la importancia que ellos tienen. Los besos son la muestra del cariño y del amor. Son la huella que dejas para que sepan que sigues vivo. Los besos son la cura para las heridas del corazón. ¿Quién no quiere un beso cálido y sincero antes de dormir o nada mas despertar?

Los besos son los regalos mas eternos que podemos hacer, porque ¿Quién no se acuerda de sus primeros besos? ¿Quién no se acuerda de su último beso? Los recordamos porque los besos son un tesoro imprescindible para nosotros, porque ellos son los que nos hacen mantenernos vivos. Dicen que cuando estamos besando se mueven 34 músculos, todos ellos se ponen en sincronía para que tu cuerpo sienta el sabor de la otra persona. Se unen para que aquel momento de libertad y vitalidad dure hasta la eternidad.


Hay tantos tipos de besos como personas existen. Cada uno de ellos tiene su manera, su firma que los hace ser diferentes y distintos al resto, pero todos guardan la esencia mágica que tiene un beso. Hay besos con historia, besos que tardan en llegar o que simplemente nunca llegan. Besos que se buscan y  se encuentran. Hay besos sinceros que te llegan hasta el alma. Besos enigmáticos, inocentes y soñadores. Besos que se dan con la mirada y con el cuerpo.  Hay besos que producen desvarío de amorosa pasión, ardiente y loca. Besos robados y furtivos que te sorprenden y te hacen sentir mas viva que nunca. Besos apasionados y de dulce locura.  Los besos son muchos, pero todos actúan de la misma manera, como un campo de soles entre dos hielos, sobreviviendo al silencio, derribando muros y llegando a lugares imposibles. Y es que los besos no conocen de distinciones ni de obligaciones, los besos son naturales, alejados de cualquier convicción. Los besos no entienden de lenguas ni de fronteras tampoco de tiempo ni de horarios. Los besos son libres, y en todos los lugares suponen el fin de la línea divisoria. En todos los lugares el beso es el sello más importante que puede llevar cualquier escrito.