La vida tiene caras muy difíciles
de entender. La vida tiene colores oscuros y canciones lentas. La vida es un juego sin reglas donde a veces,
perder es mejor que ganar. La vida puede que sean más subidas que bajadas y
puede que la carrera que estamos corriendo sea más larga de lo que
esperamos.
Pero a pesar de todo, hay que
resistir. Porque la vida también es un acto de resistencia. La vida también es
un acto de valor y de corazón. Porque si no tuviéramos a esa persona que está
al lado nuestro, no podríamos continuar en un mundo donde soñar despiertos es un gran pecado.
Resistir para reír y para gritar que hoy estamos aquí, alzando la bandera
blanca y acompañando a la soledad. Resistir para mantener vivo al corazón y para
sentir que caminamos a un precipicio sin salida.
Vivimos siendo combatientes de
las continuas batallas que nos van poniendo, siendo héroes de nuestras batallas ganadas y testigos
de nuestras derrotas. Vivimos con la
imaginación del mañana y con la melancolía
del pasado. Porque la vida es eso, un antes y un después. Un paso hacia delate
y dos hacía atrás.
La vida supone acompañar y que
nos acompañen. Caminar con las alas puestas en volar bien alto para vivir a
pleno en este vacío sin rumbo. Acompañar
a quien despierta de esta pesadilla y a superar el ataque a la emoción.
La vida es resistir un mal día y
combatir por un día mejor. Es luchar en este mundo donde es tan fácil herirnos
pero también tan fácil alegrarnos. RESISTIR. RESISTIR y nunca DESISTIR.